jueves, 13 de mayo de 2010

Sábado

Fotografías de J.M. Hernández: http://www.flickr.com/photos/moranaya/

Amanece sábado
y lo reconozco por esa amable prisa
que exige la compra del pan y del periódico,
por el balanceo del aire
que se calla un poco
y deja el parloteo a los circunspectos:
que si hace bueno para coger la barca,
que si hay oferta de percebes,
que si la ruta del colesterol
está plagada de doncellas que quieren adelgazar...

Entra por mi ventana
el eco transparente de unas sílabas menudas,
la confidencia del que se sabe triste
y desea esparcir su titubeo
para que se lleven los violines de este sábado
su amargura.

Y sin embargo,
el gimnasio recibe a los más bellos,
de la peluquería sale un bufido de jazmín con alas
que me llega por la ventana abierta.

Amanece sábado perezoso
entre las ollas de cocido,
en cocinas de frutero con membrillos
que no dejan sitio al hambre,
que desconocen
que más allá de sus persianas
habitan culebras-terremoto que todo lo alborotan.

Sábado total, mañana acaparadora de voces.
Taconeos rectos como góticas agujas
sacuden el silencio
para que no duerma mi expectación en los balcones.

En el palco esperan, apretados,
los múltiples gorriones, el debut de los títeres ruidosos.
Abril alza los brazos por el desfiladero de mediodía,
presume de futuras cerezas, de caracolas esmaltadas.

Mañana de sábado es festiva nota callejera,
liberación parcial de traje de guerrero.

Para que la calle tiemble,
se ha despertado, por fin, la sed de convicción
de los semáforos,
se prende una rosa entre los hombros
el guardián de los patios sonrojados.
Agarradas a una antorcha
inician procesión las lagartijas.

Y hay un ánimo de huida,
un pálpito de fuga,
un ansia de salida, en mi calle, porque es sábado matinal,
es la hora en que nacen todos los geranios,
en mi calle, los geranios de luz
mientras te escapas
y no miras la soledad que llevas por delante.